Monday, May 31, 2004

LOS HILOS DE LA COMETA






















Desde el primer día en que el suave y caprichoso viento de Mayo rozara sus recién extendidas alas, no tuvo la menor duda: Ella, volátil, aérea y cometa Ala Delta había nacido para navegar sobre el viento.

Temperatura 20ºC, humedad relativa del aire: 50 %, presión atmosférica 1029 mb., velocidad del viento: 20 km/h. Ante estas condiciones favorables, la cometa se encaramó sin dificultad sobre el suave lomo de la brisa mañanera. Subir, bajar, dejarse llevar a placer dibujando caprichosas piruetas sobre las olas transparentes... ¿Se podía pedir más?. Sólo existía un pequeño inconveniente, esos estúpidos hilos que se interponían en su vuelo frenandola constantemente. De pronto, una tornadiza ráfaga de viento quiso jugar. Con la emoción del primer vuelo y la adrenalina a 100, la cometa se dejó arrastrar y apunto estuvo de perder el equilibrio. Por suerte, unos fuertes tirones que se alternaban nerviosos de izquierda a derecha lograron enderezarla evitando que se estrellara de vértices contra el suelo.

¡Así que de eso se trataba!. Los hilos eran el marcapasos que controlaba constantemente al corazón de la cometa, evitado sobresaltos y frenando su navegación.

No tardó en comprender que los remolinos de viento eran traicioneros y sin el vaivén de los hilos, como cometa joven que era, caería rápidamente empicado. Al principio los aceptaba por la seguridad que le proporcionaban, pero con el tiempo y la práctica llegó a aborrecerlos. Cuanto más intentaba subir, más corto la ataban y más fuerte eran los tirones y aún era peor, no solían contar con ella y a veces incurrían en errores fatales, como aquella vez que acabó enrollada con una multicolor Cometa Parapente...

Sucedió en un día ventoso y especialmente desapacible, los hilos de la cometa vecina parecían traviesos e inexpertos. De pronto ambas cometas se hicieron un lío y acabaron planeando al unísono por espacio de varios minutos. Fue una experiencia extraña volar en compañía y ejem..., placentera. Sin embargo, el encontronazo tuvo sus consecuencias, uno de sus hilos de la cometa Ala Delta acabó partiéndose obligándola a despedirse del viento y a guardar cuarentena dentro de la caja oscura por un espacio de tiempo interminable.

Por fin, cuando regresó a la luz, comprobó que las cuerdas se comportaban de manera diferente. Parecían distintas, más largas, suaves y flexibles. Subía más alto, cesaron los tirones violentos, las manos que manejaban los hilos eran más expertas e incluso cariñosas. Desde arriba todo tenía un aspecto diferente, se podía respirar.
Sin embargo la cometa envidiaba a esas otras extrañas “cometas” sin hilos bajo las alas; quería cortar vientos nuevos, probar ciclones, descubrir los límites del cielo, dejarse llevar por el viento, pinchar a las nubes, subir, subir...Necesitaba deshacerse de los hilos, experimentar al máximo, sentir el vértigo de la independencia...

ey, ey, alto ahí!! ¿dónde se ha visto a una cometa volar con sus propias alas?